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J. Pascual |
Me
encanta recordar el roce de tus manos, esa complicidad que cada
instante creábamos, y que nos permitía estar lejos sin llegar a
separarnos.
No
sabes lo que te echo de menos, pero te perdono que me hayas dejado,
supongo que todos nos mudaremos algún día, y el tuyo llegó. Daría lo que
fuera por sentirte, por poder escuchar tu voz una vez más, tus
canciones, tu manera de sonreír, de regañarme, de jugar. Lo fuiste todo,
y lo sigues siendo. No puedo dejar de olerte, de respirarte, de tocarte
en cada rincón de mi vida.
Todo
que se queda pequeño para ti, las palabras, los recuerdos, los objetos,
las flores, la luz. No hay nada comparable, y tampoco lo habrá. Sólo
tu. Y siempre dentro de mi. Siempre conmigo. Eternamente.