sábado, 19 de noviembre de 2011

J. Pascual
Una mañana abres los ojos y miras a tu alrededor, pero no hay nada. La noche ha sido tan fría, tan vana, que no parece haber existido. Y sólo repito incesantemente que no soy nadie sin ti, que te necesito, que cuando me piensas un calor abrasador recorre mi cuerpo, pero que cuando me olvidas parezco un triste muñeco de hielo. 

Tal vez esto solo sea una pesadilla que araña cada esquina de mi cama, un silencio que se reinventa para torturarme. Pero no me cansaría de esperarte ni aunque me lo pidieras, sólo en eso sería incapaz de complacerte. 

Guardo cada beso que me diste, cada susurro, cada sonrisa, esa que decidiste llevarte para siempre sin que yo llegara a consentirlo, esa que me busca sin llegar a encontrarme. Tengo tu aroma en los cajones, esos que un día llenamos de pasiones secretas, y de madrugadas prohibidas.

No estás, y no estoy. 

Todo se oscurece al paso de la luz.




2 comentarios:

  1. Al fin encontré el blog y cuál fue mi sorpresa cuando entre otras entradas leí esta. Has conseguido hacerme sentir y recordar, y eso, amiga mía, no lo hacen unas simples palabras.
    Enhorabuena por el blog!;)

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  2. Muchísimas gracias Carlos. Es un honor escuchar esto, pero aún más si viene de ti. ;)

    Un abrazo

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